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Leishmaniasis

Situación epidemiológica

Las leishmaniasis son enfermedades de transmisión vectorial y son consideradas dentro del grupo de las enfermedades desatendidas, una vez que se presentan en los países más pobres, afectando a las poblaciones más vulnerables y con difícil acceso a los servicios de salud.

Hay tres diferentes manifestaciones clínicas de la leishmaniasis: La cutánea (piel), la mucosa (mucosa de la membrana) y la visceral, que es la forma más grave, que afecta a los órganos internos.

Presentan una amplia distribución global y la mayoría de los casos ocurren en África, Asia y las Américas. En las Américas, las leishmaniasis están presentes en 18 países y la forma clínica más común es la leishmaniasis cutánea (LC), mientras la leishmaniasis visceral (LV) es la más severa y casi siempre fatal, si no es tratada. Además, la leishmaniasis cutánea difusa (que es una forma diseminada de la leishmaniasis que afecta a la mayor parte del cuerpo) y mucosa/mucocutánea (LMC) es de evolución crónica pudiendo causar deformidades y secuelas.

Estudios recientes revelan que la leishmaniasis produce una carga de enfermedad de 2,35 millones de AVAD (años de vida perdidos ajustados por discapacidad), de los cuales 2,3% recaen en las Américas. Se estima que alrededor del 75% de los casos registrados de la leishmaniasis cutánea se concentran en 10 países, 4 de los cuales están en la región de las Américas (Brasil, Colombia, Perú y Nicaragua). Con respecto a la leishmaniasis visceral, el 90% de los casos se concentran en Brasil, Etiopía, India, Bangladesh, Sudán y Sudán del Sur.

En la Región de las Américas, los casos de leishmaniasis se han registrado desde el sur de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina, con la excepción de las islas del Caribe, Chile y Uruguay. Cada año, un promedio de 60.000 casos de leishmaniasis cutánea y mucosa y 4.000 casos de leishmaniasis visceral se diagnostican, con una tasa de mortalidad del 7%.

En el mundo, la coinfección de Leishmania y VIH ha aumentado la carga de la enfermedad debido a la mayor dificultad del tratamiento clínico. El diagnóstico de la enfermedad es esencial para establecer un tratamiento específico y para limitar el progreso de la enfermedad, aliviar los signos y síntomas, y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Si no se tratan, las formas mucosa y cutánea pueden causar deformidad y la desfiguración, y la forma visceral puede ocasionar la muerte en más del 90% de los casos no tratados.

Debido a las características específicas de la enfermedad y a que las evidencias regionales y locales muestran distintos escenarios y patrones de transmisión, y teniendo en cuenta las grandes diferencias que hay de un país a otro respecto a la forma de organización en los servicios de salud, la OPS/OMS, a través del Programa Regional de las Leishmaniasis, confirmó la necesidad de establecer criterios, estandarizar procedimientos básicos y dar definiciones específicas para que se fortalezcan las acciones que se llevan a cabo contra ésta enfermedad en las Américas, ya que, a nivel internacional si se quiere controlar mejor o eliminar estas enfermedades, es necesario no sólo el esfuerzo colectivo de la OPS/OMS sino también el compromiso decidido de los Estados Miembros, así como el de los actores y aliados de los diferentes sectores y organizaciones y la participación de las comunidades afectadas.
Particularmente, la OMS recomienda cinco estrategias para combatir las Enfermedades infecciosas desatendidas (EID) donde podemos encontrar dentro de estas a la leishmaniasis, estas son:

  • La quimioterapia preventiva (para las EID en las que se usa ésta).
  • El manejo intensivo de los casos, según corresponda.
  • El control de vectores.
  • El suministro de agua potable.
  • El saneamiento y mejoramiento de la higiene y la salud pública veterinaria.

Se ha descrito que en algunos casos las herramientas de prevención y control disponibles son limitadas, por eso, es importante que las personas en riesgo puedan estar involucradas en relación a esta materia con el fin de que se puedan implementar las medidas para reducir el contacto entre los seres humanos y los vectores, y que se puedan desarrollar de manera oportuna intervenciones en salud pública para proteger a la población donde una activa vigilancia epidemiológica en relación a esta enfermedad y de manera constante se hace fundamental.

 
Referencias
1.- https://www.paho.org/es/temas/leishmaniasis
2.- https://www.paho.org/es/temas/leishmaniasis/leishmaniasis-cutanea-mucosa
3.- https://www.paho.org/es/temas/leishmaniasis/leishmaniasis-visceral
4.- https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/50505/2019-cde-leish-informe-epi-americas.pdf
5.- Organización Mundial de la Salud. Plan de acción para fortalecer la vigilancia y control de las leishmaniasis en las américas 2017-2022. Año 2017.
6.- Organización Panamericana de la Salud. Manual de procedimientos para vigilancia y control de las leishmaniasis en las Américas. Washington, D.C.: OPS; 2019.

Actualizado el 24 de junio de 2022.